La lluvia golpea mis oídos
con su monótono llanto
mientras mi alma confusa
declama en alto
para exorcizar el frío
que se ha apoderado
de nuestros corazones desangelados
e impide entrelazarse
tus brazos y los míos.
Duele tu vacío.
No hay calor
que mitigue tu ausencia
cuando tu presencia
lo era todo,
amor.
La complicidad se tornó silencio
cuando nuestros dedos
han dibujado caricias
en cada pliegue de nuestros cuerpos.
Te echo de menos.
El lecho donde reíamos
ahora yace mudo
y nuestros cuerpos desnudos
tiritan, callan, se extrañan.
No hay plegarias ni conjuros
ni un poquito de la magia
que me transportaba,
con tu mirada,
a otros mundos.
con su monótono llanto
mientras mi alma confusa
declama en alto
para exorcizar el frío
que se ha apoderado
de nuestros corazones desangelados
e impide entrelazarse
tus brazos y los míos.
Duele tu vacío.
No hay calor
que mitigue tu ausencia
cuando tu presencia
lo era todo,
amor.
La complicidad se tornó silencio
cuando nuestros dedos
han dibujado caricias
en cada pliegue de nuestros cuerpos.
Te echo de menos.
El lecho donde reíamos
ahora yace mudo
y nuestros cuerpos desnudos
tiritan, callan, se extrañan.
No hay plegarias ni conjuros
ni un poquito de la magia
que me transportaba,
con tu mirada,
a otros mundos.
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