¡Oh, amor!
Señuelo de un depredador
ávido de poemas.
Señuelo de un depredador
ávido de poemas.
¡Oh, soledad!
Que adormeces la razón
y a las musas despiertas.
Que adormeces la razón
y a las musas despiertas.
¡Oh, desamor!
Que destruiste al hombre
y creaste al poeta.
Que destruiste al hombre
y creaste al poeta.
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